Cada vez que veo un mueble de melamina abandonado en la basura, me entra una mezcla de tristeza y de compasión.
Si hiciera caso a mis impulsos acogería a todos los muebles que se quedan huérfanos y desolados al lado de los contenedores de desperdicios. ¿Sabéis lo bonitos que quedan cuando se pintan? No hay que hacer grandes filigranas, ni estrujarse demasiado la mente para redecorarlos. En muchas ocasiones basta con elegir un color que nos agrade y ponernos manos a la obra. Esto fue lo que hice con los viejos muebles de la casa de la abuela.
Convertimos una habitación un poco lúgubre y bastante desfasada, en un sitio mucho más alegre y luminoso.
PAREDES:

Arrancamos el viejo papel de las paredes y, como se trata de una casa vieja, no intentamos nivelar las paredes a plomo sino que les dimos una mano de plaste para tapar fisuras, grietas y pequeños desconchados. Posteriormente, las lijamos dejándolas lisas al tacto pero manteniendo sus “combas” y ondulaciones naturales.
Después dimos una selladora al agua (se puede usar Alkil o un producto similar).
Y, finalmente, aplicamos pintura plástica verde bastante diluida. Para que la pintura hubiera quedado completamente uniforme deberíamos haber aplicado varias capas, pero como nos encantó el efecto “trapeado” que quedaba al aplicar la base, lo que hicimos fue acentuar dicho efecto utilizando una gamuza con la que frotábamos la pared al tiempo que aplicábamos la pintura.
ARMARIO Y MESILLAS DE MELAMINA:
Aprovechamos las mesillas de melamina de otra de las habitaciones de la casa y las lacamos del mismo color que el armario y el cabecero de forja de la cama. Usamos laca color marfil de Titanlak unificando el color de todos los muebles.
Antes de pintar los muebles, desatornillamos los tiradores y pasamos una lija fina por ellos. De ese modo, garantizamos que agarre mejor la laca. Como eran muebles muy lisos usamos un pequeño rodillo de lacar. Es conveniente aplicar poca pintura y estirarla bien. Se deja secar unos segundos y se repasa “peinando” la superfie.
¿En qué consiste peinar la pintura? Pues se trata de pasar la brocha, o en este caso el rodillo, totalmente escurrido y sin pintura adicional, por la parte que previamente se ha pintado y se está secando. Se recomienda hacer “pasadas” a la inversa, es decir, si has pintado de arriba hacia abajo, luego hay que repasarlo de izquierda a derecha. Así se consigue un acabado mucho más unificado.
Se aplicó una primera mano a los muebles. Se dejó secar durante 24 o 48 horas y se volvió a aplicar una segunda mano.
CABECERO DE FORJA:
El cabecero de la cama lo recuperamos de una vieja lonja en donde estaba abandonado. Era negro y en algunos sitios estaba algo oxidado. Lo lijamos incidiendo en las zonas en las que la corrosión había hecho mella y aplicamos una base de imprimación para metales.
Después, con una brocha, comenzamos a aplicar la pintura.
Como en el caso del resto de los muebles, esperamos 24 o 48 horas y volvimos a dar una segunda mano de pintura.
LÁMINAS Y MARCOS:
Los marcos de los cuadros colocados encima de las mesillas, los conseguí, hace algún tiempo, en una tienda del centro de Bilbao que estaba liquidando su material y, casualmente, cuadraban a la perfección con el color de la pared.
También me acordé de unos libros de pintura que adquirí en un rastro en la calle 2 de mayo en Bilbao la Vieja y que se podían transformar en unas láminas perfectamente enmarcadas, y así fue.
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